Una de las ventajas de vivir en un mundo repleto de distintas realidades es que existen “códigos” comunicativos distintos y que, por la tanto, esas realidades nos permiten crear soluciones distintas en función de ellas.
De lo mucho que aprendí viendo Shtisel hace unos años es que lo normal para uno puede ser lo extraordinario para el otro.
Intentar trasladar eso a nuestra actividad profesional fue un reto desde ese instante. Quizá, por ello, cuando leo a algunos “gurús” que hablan de tendencias estratosféricas en el mundo del e-learning, vuelvo a revisar esta serie para convencerme que no todas las realidades son iguales.
La realidad de un judío jaredí en un barrio ultraortodoxo de Jerusalén, rodeado y criado bajo la disciplina de una fe absoluta, en la que toda su vida vira alrededor del estudio de la Torá y el Talmud, es su normalidad. Pero en esa normalidad pasan cosas que despiertan la magia de la vida.
En Shtisel, de primeras, uno piensa que la serie va de la religión (su normalidad) pero si te fijas, la religión simplemente está y la magia surge, precisamente, en lo que no tiene que ver con ella y sí con la vida y su aprendizaje. Lo extraordinario es el día a día de Shulem en la Yeshiva, lo extraordinario es la inquietud de Akiva, lo extraordinario es la amargura de Giti, o la determinación de Lippe, o el sentido del humor de Zvi Arye…
¿Y qué tiene que ver esto con nuestra práctica desarrollando e-learning?
Pues quizá la analogía puede venir porque, en nuestro caso, los clientes tienen sus realidades, que simplemente son su normalidad, y nosotros debemos buscar una solución “extraordinaria” para que surja esa magia.
Vayamos a un ejemplo práctico:
Cuando nos proponen virtualizar un curso, nuestros clientes tienen condiciones, la primera, por supuesto, es presupuestaria, y después hay otras que afectan al diseño gráfico o al estilo del redactado o a la tecnología.
Y esa es la realidad, si el Budget es de 1000 euros, deberemos buscar una solución acorde a ese Budget y, por ende, no será la misma que si el Budget es de 5000 euros. Y digo esto porque es sumamente importante: el Budget condiciona la solución que podamos aportar pero en absoluto condiciona que esa solución se acerque a lo extraordinario.
La normalidad en nuestro negocio es esa: los números mandan. Y, por lo tanto, debemos ser consciente de ella y no vender motos que vuelen.
En nuestro caso, y por ser gráficos, podemos recibir un contenido sobre las coberturas de cualquier tipo de seguro. Eso es lo normal. Lo extraordinario surge cuando planteamos una narrativa que “baje” a la realidad esas coberturas, cuando planteamos dinámicas gamificadas para ludificar el contenido, cuando pedagógicamente optamos por tratar el contenido como un objeto de aprendizaje que debe aportar valor en cada una de sus pantallas, cuando creamos un vídeo interactivo insertado en nuestro curso que facilita la adquisición del conocimiento… y nos lo aceptan.
Pero también puede surgir cuando simplemente trabajamos desde una óptica acotada por un presupuesto y desarrollamos un modelo de microlearning responsive buscando la idoneidad pedagógica que nos exige el cliente, apoyados en el efecto wow que nos pueden aportar las imágenes que nos ayudarán como hilo conductor, cuando recibimos un material de políticas internas u otro sobre la optimización de la energía en zonas catastróficas… y nos lo aceptan.
No se trata de comparar ni de encontrar la solución mágica. De lo que se trata es de recibir un correo electrónico de un cliente en el que te diga: “¡Hemos triunfado! Gracias, muy buen trabajo!”. Ese debe ser el objetivo cuando intentamos pasar de lo normal a lo extraordinario, que el cliente entienda el valor que le aportamos y que, sobretodo, se sorprenda ante lo que hacemos, con 1000 euros o con 5000.
