Hacía tiempo (como todos por pandemia) que no tenía oportunidad de escaparme de las burbujas y del Km0. Hace pocas semanas me refugié unos días en Irlanda y aproveché para compartir experiencias de aprendizaje y educación continua en la Universidad de Maynooth.
Maynooth es una ciudad universitaria relativamente pequeña al noroeste de Dublín, que combina toda la fuerte historia y tradición anglosajona de la educación con la de una nueva mirada más abierta e inspiradora de la creatividad y la innovación.
Pasearse y hospedarse dentro del recinto de St. Patrick’s College ha sido casi sentir la experiencia de aprendizaje de la Escuela de la Magia y Hechicería de Hogwarts (justamente el mismo fin de semana se celebraba el 20 aniversario de la primera de las películas de Harry Potter, “La piedra filosofal”, que pude rememorar en un cine cerca de allí).
A su vez, conocer los nuevos espacios y el diseño orgánico del nuevo entorno universitario me ha permitido valorar los materiales más acogedores y naturales, y descubrir espacios más versátiles, funcionales, polivalentes, que incorporan laboratorios de ideas, espacios makers, showrooms tecnológicos y digitales, talleres experimentales o hiperaulas, entre otros.
El primer entorno (el recinto histórico) más orientado a lo emocional, a lo reflexivo y social, ayudando en el autoconocimiento, la comunicación, la retórica, el pensamiento crítico, … Los segundos (los nuevos espacios), más favorecedores de la experimentación, la exploración, la colaboración y la fusión e hibridez de conocimientos, técnicas, modelos, cultivando la curiosidad y favoreciendo el pensamiento creativo.
Sin embargo, juntos, ambos tipos de espacio configuran un ecosistema que estimula constantemente el deseo de aprender. Entra por los ojos (si uno se deja llevar, supongo).
A la izquierda, imagen de la parte central de St. Patrick’s, a la derecha comedor de Hogwards (Harry Potter).
A la hora de diseñar formación y procesos de aprendizaje ponemos énfasis en diferentes cuestiones:
- El porqué de la acción formativa, su justificación y razón de ser.
- El “para qué”, en clave de resultado y alcance de la misma: ¿qué esperamos que cambie?
- El “cómo” nos la imaginamos, especialmente para enfatizar aspectos metodológicos, de diseño instruccional y secuencia didáctica.
- Por supuesto el “quién”, no tan solo a quién va dirigida sino quiénes pueden o deben intervenir o interrelacionarse con la acción, por ejemplo, los managers y sus equipos profesionales. De hecho, el “quien” es actualmente el principal objeto de trabajo por la mirada centrada en el participante y la voluntad de que sea el protagonista de la experiencia de aprendizaje.
Y también el “dónde” empieza a tener mayor importancia, porque el espacio condiciona el cómo, y viceversa. Esto sucede tanto en lo presencial como en lo digital.
Y es que el ambiente, el entorno, es un recurso formativo que forma parte del proceso y de la experiencia. Puede resultar estimulante, puede favorecer la exploración, el descubrimiento o la experimentación con elementos que quizás están fuera del ámbito profesional habitual y, a la vez, propiciar y fomentar un clima, una manera de pensar, una creatividad que, de otro modo, sería difícil.
En la presencialidad, las universidades y los centros de formación están apostando muy fuerte por repensar los espacios y por transformar sus aulas y entornos. Un buen ejemplo es la nueva sede de UMondragon en Bilbao, que tuve la oportunidad de visitar hace unos días.
Pero, ¿y online?
Parece que nos cuesta más incorporar cambios, quizás por la curva de aprendizaje de los participantes en los nuevos entornos. Por ello, quizás nos conformamos con herramientas tipo Teams o Zoom cuando existen otros entornos como Spatial.chat que favorecen otro tipo de conversaciones y relaciones.
Ni siquiera el trabajo colaborativo con plataformas tipo Miro, Mural o Jamboard tienen una presencia clara en los programas formativos o son suficientemente conocidas. Tal vez esta colaboración se vea facilitada próximamente por nuevas funcionalidades como, por ejemplo, la holografía.
Todas estas tendencias conectan con engagement, colaboración, aprendizaje autónomo… con experiencia. Lo mismo sucede cuando hablamos de gamificación, de simulación online, incluso de realidad virtual, aumentada, de mundos virtuales o de experiencias extendidas.
Igual que para los alumnos de una gran institución académica como Harvard no es lo mismo estudiar online que estar físicamente en sus instalaciones (aunque, para muchos otros, cursar online en Harvard puede ser la única manera de acceder a sus programas), tampoco puede ser lo mismo aprender, por ejemplo, habilidades clínicas presencialmente que de manera online.
Incluso en modalidad digital, no es lo mismo utilizar videotutoriales, o un material didáctico más o menos interactivo, que participar de experiencias más inmersivas como una plataforma colaborativa de simulación online (por ejemplo, SIMOONS desarrollada por el Hospital Vall d’Hebron).
En definitiva, y como decía Santiago Beruete (profesor, antropólogo y doctor en Filosofía), “son cada vez más los expertos que abogan por transformar el continente para mejorar el contenido”.
Por tanto, el espacio, el entorno, resulta clave. El “dónde” como factor clave de manera relacionada con el “qué” y el “cómo”. Lo hemos visto en presencial en la Escuela de Magia de Harry Potter. Y en lo digital… veremos si con Meta de Zuckerberg encontramos en formación nuestro nuevo “donde”, nuestra nueva “piedra filosofal”.
Este artículo ha sido escrito y publicado por Óscar Dalmau, gerente de UCF.