Oteando el horizonte de la formación corporativa, o quizá ya debamos llamarla, formación para todo la vida, uno se da cuenta que estamos a un click de que alguien toque el botón rojo y todo (lo que hasta ahora hacemos) salte por los aires para mejorar, y mejorar mucho (estoy convencido que ese alguien será Google o Linkedin, y sino, tiempo al tiempo).

Desde hace más de un año, en todas la reuniones que tengo con los responsables de formación de distintas empresas, todos, sin ninguna excepción, utilizan dos palabras que me hacen pensar: disrupción y móvil. Lo que no tengo tan claro es que entienden por disrupción y por móvil.

Según un estudio de Deloitte sobre Tendencias de Capital Humano, el 83% de las compañías califica el aprendizaje digital como un tema importante y el 54% lo considera urgente acometerlo. Os recuerdo, que en España, ese porcentaje quizá es el mismo, pero bajo una premisa: o ese aprendizaje se puede bonificar o va a costar mucho implementarlo.

Pero vamos a lo que interesa. La disrupción no es simplemente producir unos vídeos muy bonitos para que se puedan ver en un móvil. No es utilizar una app gamificada para que los usuarios compitan entre ellos. No. La disrupción es comprender que debemos llevar el aprendizaje a donde están los empleados y comprender que debemos diseñar experiencias de aprendizaje y no transmitir, únicamente, conocimientos teóricos. Es más disruptivo un blended creado y pensado a partir de experiencias utilizando las herramientas correctas y el tiempo adecuado que no implementar un curso con VR sin ningún sentido. Si no hay un pensamiento pedagógico adecuado no hay disrupción posible, habrá otra cosa, pero no disrupción.

Además, creo que es importante comprender, e insisto una vez más a pesar de que alguno me va decir que eso no es así, que las LMS deben evolucionar e ir más allá de registrar el seguimiento de un curso para poder bonificarse (hablo de España) una parte de la formación. Esto no tiene ningún sentido. Si se nos llena la boca de disrupción y nuevas herramientas tecnológicas para que el aprendizaje sea efectivo, debemos generar la convicción que, por ejemplo, en Youtube hay conocimiento y que ese conocimiento puede ser trazable. Que en Twitter hay conocimiento, un conocimiento que se transmite mediante micro mensajes que conllevan aprendizaje. Que Coursera ofrece MOOCs que deberíamos ser capaces de aprovechar para el aprendizaje continuo de nuestros empleados.

Apostar por la disrupción en la formación corporativa no es simplemente utilizar el móvil, sin más. Es llevar el aprendizaje a los empleados a través del móvil con herramientas pensadas para ello. Es comprender que sí, que el móvil es la herramienta, pero que no es lo mismo ver un curso desarrollado con una metodología tradicional (botón Atrás y botón Siguiente) que aprender mediante micro-contenidos que aparecen mediante un push y que desarrollan la competitividad y el conocimiento. Es comprender que la utilización de herramientas como el móvil personal no debe ser un impedimento para proporcionar al empleado un aprendizaje constante y de calidad.

Lo que está muy claro, pese a quien le pese, es que la necesidad de aprendizaje de los empleados ha cambiado. Y quien no lo tenga claro se estrellará. Se está aprendiendo y se va a aprender mediante micro aprendizaje. ¿Te has preguntado alguna vez por qué empresas como Google, Facebook, Twitter le dan tanta importancia a sus herramientas de mensajes o por qué las herramientas corporativas desarrollan herramientas para que los usuarios puedan interactuar entre ellos?

Todos, y los empleados de cualquier organización también, tiene acceso a un volumen de información ingente en la nube, todos buscamos instruirnos de manera natural desde la web. Y todos lo podemos hacer desde cualquier lugar y en el momento que creamos oportuno (siempre que tengamos conexión a Internet).

Un ejemplo: si se te rompe la pantalla de tu móvil, puedes ir a youtube y buscar cómo cambiarla. Para ello, no hace falta saber cómo está hecha esa pantalla (a la mayoría no nos importa) ni tener conocimientos sobre ingeniería electrónica. Lo que nos hace falta es comprar otra pantalla, un par de destornilladores de precisión y seguir atentamente ese tutorial. ¿Eso es aprendizaje? Sí. ¿Y cómo se ha conseguido? Compartiendo. ¿Y cuándo lo he adquirido? Cuando he tenido la necesidad.

Ante esto, lanzo algunas preguntas:

  • ¿Por qué no llevamos la formación a ese mismo espectro con las herramientas más adecuadas y con el diseño instruccional más correcto para que podamos aprender?
  • ¿Por qué no somos capaces de pensar en aquello que realmente nos va a hacer falta en nuestro desarrollo profesional y vital y lo ponemos a disposición de nuestros empleados mediante un market place?
  • ¿Por qué es necesario que todo esté vinculado a nuestra LMS?
  • ¿Por qué no darle al empleado distintas opciones en las que puedas controlar la trazabilidad de ese aprendizaje y que él sea suficientemente autónomo para elegir cómo se quiere desarrollar y con qué metodología?

Acabaremos, con un poquito de aprendizaje improvisado, o no, del Jefe 😀

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