“La inteligencia es la capacidad de adaptarse al cambio.”
Y yo diría, que, en general, somos bastante inteligentes. Sin ser un experto, creo que desde hace un millón de años hacia aquí, hemos sabido, más o menos, ir adaptándonos a los cambios… y por lo que veo, seguimos en ello.
En mi ámbito profesional, no se habla mucho de inteligencia y se habla excesivamente de la necesidad, que no capacidad, de adaptarse al cambio. El aprendizaje es, posiblemente, el concepto que mejor encarna esta frase. Es lo que da forma a la inteligencia, es el concepto que da sentido al significado de inteligencia, es lo condición previa para adaptarse al cambio. Sin aprendizaje no hay cambio, sin aprendizaje constante no hay posibilidad alguna de adaptarse a ningún cambio, sin aprendizaje no hablaríamos de inteligencia.
En el sector del aprendizaje corporativo llevamos 25 años intentando entender el cambio y adaptarnos a él. Hemos pasado de comprender y asumir que la formación continua era algo necesario para avanzar en nuestra apuesta por responder al cambio mediante formaciones presenciales “tipo escuela” a utilizar herramientas e-learning para que nuestra necesidad y capacidad de cambio no sufra y nos permita aprender más rápido para no perder tiempo y seguir trabajando (a veces pienso que ya no lo hacemos para aprender).
En nuestro afán de adaptarnos inexorablemente al cambio, que básicamente es tecnológico, hemos perdido de vista (y hablo en plural, es decir, todos los actores que intervenimos en ese aprendizaje) la importancia del cómo aprendemos. Hemos pasado a pensar aquello de “cuanto más nuevo, mejor” y quizá hemos dejado de pensar en su utilidad.
Si bien es cierto que hemos creado una base suficientemente buena para aprender con esta metodología, sería bueno reconocer que nos hemos olvidado de darle un bagaje teórico que sea capaz de trasladarse a la práctica. Es decir, hace 25 años que en la formación e-learning corporativa aprendemos a base del botón siguiente y el anterior. Y está bien, pero quizá, deberíamos ir más allá.
La tecnología no tiene ningún sentido si no somos capaces de utilizarla correctamente. Ahí se demuestra la inteligencia.
- ¿De qué sirve gamificar si no tenemos un objetivo de aprendizaje?
- ¿De qué sirve una video conferencia si no tenemos una estructura tecnológica en nuestra organización que la soporte?
- ¿De qué sirve un curso desarrollado en HTML5 con grandes y novedosas metodologías pedagógicas si no tienes una tablet o si tu navegador es tan antiguo que no soporta este estándar?
- ¿De qué sirve querer lo mejor si nos va a dar más problemas que beneficios?
Todos los que nos dedicamos al e-learning sabemos las reglas básicas para diseñar un buen curso y la mayoría las aplicamos, pero no todos somos capaces de adaptar nuestros diseños pedagógicos (el gráfico es otro cantar) a las necesidades concretas de nuestros clientes. Hay una cultura de aprendizaje en cada uno de ellos y es nuestra obligación saber adaptarnos. No es una incoherencia decirle a un cliente que lo que pide no puede ser. Querer lo mejor para que la adaptación al cambio sea constante implica ser suficientemente inteligentes como para entender que tipo de tecnología debemos utilizar y qué tipo de diseño pedagógico, atendiendo a las características de nuestro parque tecnológico, puedo soportar. Y es que es necesario entender que es imposible ir por delante del tiempo.
Adaptarse al cambio para vencerlo con inteligencia es saber utilizar las metodologías y herramientas de aprendizaje correctas.
Se avecina, si la crisis lo permite, una tormenta en la capacidad de adaptarse al cambio en el sector del aprendizaje corporativo. Y no hablo de realidades virtuales ni grandes desarrollos asociados al big data… el cambio vendrá por darle base teórica a la tecnología de nuestro día a día, en ser capaces de desarrollar pensando en lo que es útil para adaptarnos.
Ya te avisé hace unos meses... el e-learning se va adaptar al menos es más… o los que diseñamos somos inteligentes y demostramos tener capacidad para adaptarnos al cambio que estamos viviendo, adaptando nuestros procesos pedagógicos a la realidad de las organizaciones (poco tiempo, aprendizaje inmediato, concreto y preciso) o esto, en pocos años, se va a convertir en una selva en la que no reconoceremos ni el principio ni el final.
Por cierto, hablando sobre la capacidad de adaptarse al cambio… tómate dos horas y mira esta peli…