Dicen que el aprendizaje se nutre de pequeños momentos vividos con interés e intensidad. A veces pienso que aprender no deja de ser algo parecido a hacer una fotografía de un momento preciso, lo que yo llamaría un microinstante. Cuando uno se dispone a hacer una fotografía, observa, analiza, visualiza, espera, intuye, organiza, se prepara, se inspira, vuelve a observar, enfoca, crea el momento y… ¡dispara!
Y ese momento capturado, al verlo años después, es capaz de transportarte al instante preciso. La memoria es selectiva y nuestro cerebro es capaz de activar algún proceso, para mi desconocido, que te lleva a ese lugar y ese momento en concreto y eres capaz de revivir el instante. ¿Y por qué no es posible trasladar ese microinstante a un microaprendizaje que su nutra de mil porciones de sabiduría?
Eso, en el fondo, es lo que debería ser el aprendizaje. Los que diseñamos deberíamos ser capaces de que el alumno recuerde cada uno de los instantes importantes de nuestra acción formativa y los alumnos deberían guardar en sus “favoritos” esa imagen y recordarla cuando sea de su utilidad.
No es fácil, lo sé, pero habrá que intentarlo ¿no?
Os dejo algunas de esos micronistantes que me han hecho aprender…