Hace unos días tuve la ocasión de volver a impartir la formación sobre cómo diseñar presentaciones eficaces a uno de mis clientes. Vaya por delante que es uno de los trabajos en los que me siento más cómodo y feliz.
Enfrentarse a este tipo de formación, de entre 6 y 8 horas en un mismo día, siempre me tensiona. Siempre tengo muy presente que los alumnos que vienen a escucharme, vienen con la intención de aprender algo interesante para sus tareas profesionales y, algunos, vienen con la idea preestablecida de “ufff… 8 horas escuchando a un tío que me va a hablar de algo que ya conozco”.
Supongo que la gracia está precisamente en poder conseguir, en el primer minuto, que esa segunda idea desaparezca. Y eso se consigue de una forma bastante rápida: preguntando que esperan de esta formación y haciéndoles ver que ellos van a ser parte activa de la misma.
No es nada fácil iniciar una formación con este “título” explicando las bondades de la comunicación, de la información y de otros aspectos que requieren que los profesionales que te están escuchando expresen sus opiniones. Cuando decides que tu formación es tan abierta que todos deben opinar, debes tener muy claro que en algún momento, cualquiera de ellos sabrá más que tú en algún aspecto y que tú, deberás aprender, e incluso, si es necesario, deberás cambiar tu documento allí mismo.
Esta formación no explica nada que no se sepa, pero hace hincapié en aspectos que no todos recordamos: el primero y esencial, el uso del sentido común. Sí, algo tan cotidiano y olvidado como eso. Pero no sólo trabajamos el sentido común, también intentamos trabajar un aspecto tan importante como la capacidad de entender lo que el otro quiere decir. Porque este es uno de los errores más comunes, pensar que lo que yo digo se entiende sin asegurarte que tu mensaje lo entienden los demás… y en mi caso, en que los alumnos son de distintos departamentos y distintas profesiones, esto es, simplemente, básico.
Además, son 6 horas como mínimo que compartes con alumnos que, en ese momento no están trabajando, y que, en teoría, al salir de tu formación, deben haber aprendido algo… y no sólo eso, también tienes la obligación de hacer que se lo pasen bien, y si hay que hacer un “me gusta conducir”, pues se hace!
Está claro que lo que más convence es la parte final de la formación, básicamente porque es la parte que los alumnos ven más práctica para su día a día… En esta parte trabajamos los recursos que debemos utilizar en cualquier presentación, sea cual sea la herramienta con la que vamos a trabajar. Y es en esta parte donde Jordi es capaz de hacer el avión o incluso saltar a la pata coja si es necesario.
Te preguntarás en qué consiste esa segunda parte, pues básicamente en que entiendan esta imagen:
Se agradece, finalmente, que los feedbacks recibidos sean tan y tan positivos. Eso hace que te plantees seguir rehaciendo tu formación y dotarla de un punto mágico 🙂